“The Final Frontier” es el 15º álbum de estudio de la banda de heavy metal más célebre de todos los tiempos, por mucho que su sector sea el más competitivo del rock. Y ya está aquí: este lunes 16 de agosto ya se puede adquirir la última incursión discográfica de Iron Maiden tras 4 años de silencio tras “A Matter of Life and Death”. Ha sido la mayor espera que ha habido que presenciar entre discos del grupo.
En plena gira mundial presentando el disco, aunque sin interpretar más que uno o dos temas del mismo los dos adelantos, “El Dorado” y “The Final Frontier”, Iron Maiden impulsa un álbum cuando cumple más de 30 años de vida. Antes de 1980 ya estaban trabajando y formándose como banda, pero fue en ese año cuando salió su álbum homónimo, cuando Paul Di’Anno era el vocalista.
Pero centrémonos en el ahora y no en la Historia de la banda de heavy metal más conocida del planeta. Maiden presenta un álbum bastante excepcional, y tras las primeras escuchas, se puede afirmar que vuelven a estar en forma, sobre todo en creatividad. No soy nada fanatico de sus anteriores dos discos desde el maravilloso “Brave New World” (2000), el que supuso su última reunión. Hablo de “Dance of Death” (2003) y “A Matter of Life and Death” (2006): el primero, por irregular, el segundo, por ser algo plano y poco atractivo, para mi gusto. (debe ser que cada vez escusho mas deathmetal?)
En este caso, con “The Final Frontier”, dan la patada definitiva a los críticos musicales y a los aficionados más reaccionarios. Y es que Maiden impulsa su faceta más progresiva y densa a la hora de crear música. Lo intentaron con “A Matter of Life and Death”, pero sin resultado, intentando rescatar el espíritu de la terna “Powerslave” (1984), “Somewhere in Time” (1986) (un clasico del metal!!) y “Seventh Son of a Seventh Son” (1988). Estos tres álbumes introdujeron novedades en su música más simple, puro heavy sin pretensiones más allá de descarga eléctrica y ritmos vertiginosos, acompañados por estribillos pegadizos.
“The Final Frontier”, sin embargo, sí consigue ese resultado que no pudo obtener su predecesor. 76 minutos, sí, más de una hora de música con temas extralargos, 6 de ellos de más de 7 minutos y dejando “The Alchemist” como la excepción, con una duración de 4 minutos y medio.
Pero más allá de la duración, está la perspectiva puramente creativa de su música. Maiden intenta contentar a los metaleros más clásicos con sus habituales destrezas a la hora de trazar melodías pegadizas y contundentes, pero con pretensiones más propias del metal progresivo. Claros ejemplos son “When the Wild Wind Blows” (de más de 10 minutos de duración) o “The Man Who Would Be King”. Pero todas están cortadas por patrones parecidos.
Como anécdota, la intro del disco, “Satellite 15”, que va unida a la pieza “The Final Frontier” y que se trata de una serie de improvisaciones sonoras entre un PC, la guitarra y voces distorsionadas. Una divertida y extrovertida experimentación musical que Maiden nunca nos había ofrecido.