El día de hoy se termina la espera para el anhelado lanzamiento de Dhyana, el tercer álbum de estudio de la banda holandesa MaYaN, por lo que ya no tengo necesidad de reservarme mis impresiones sobre este material y puedo decir, abiertamente, que no es ninguna novedad que estaba bastante ansiosa por el estreno.
Para esta ocasión, la agrupación liderada por Mark Jansen (Epica), se valió de la estrategia a la que varios de sus colegas de otras bandas se han adscrito para poder financiar los gastos de producir y liberar un álbum: las campañas de crowdfunding. Sin embargo, la ambición de MaYaN era diferente y quizás un poco más compleja, puesto que lo que buscaban financiar era la grabación de Dhyana con una orquesta real. El ejército de mayans no se hizo esperar y (fuere por la motivación de escuchar una pieza única, o por los atractivos premios que la banda ofrecía a cambio de las donaciones) aportaron hasta el último segundo de la campaña, permitiendo a los músicos cumplir su sueño. Y vaya que nos han privilegiado con esta interesante entrega, puesto que el proceso de grabación estuvo acompañado de nada más que la Orquesta Filarmónica de la ciudad de Praga, reconocida y respetada a nivel mundial.
Con honestidad, puedo decir que cuento con este material desde hace un tiempo ya, para escribir sobre él. Sin embargo, tuve la fortuna de poder escucharlo de manera aún más anticipada incluso, cuando hace algunos meses me dirigí hasta la ciudad de Rijen para participar del listening session organizado por la banda, en el Sandlane Recording Facilities. Desde ese día, Dhyana se quedó metido en mi cabeza por días y días y anhelaba el momento de poder oír cada melodía otra vez, con detalle y sin premuras.
En esa ocasión, ingresé a la sala de grabaciones con el primer grupo de oyentes y algunos integrantes de la agrupación. Sin mucho rodeo, Joost Van Den Broek (productor) nos dio unas breves palabras de presentación y nos entregó un gran díptico con el diseño de la carátula y todos los temas en orden, en su interior. Estaba impresionada y me sentía poseedora de un material inédito que a nadie le podía comentar ni mostrar. Me sentí cómplice de la banda y agradecí la confianza del íntimo momento en que todos nos conectamos por un mismo motivo. Mi review del disco, proviene directamente de esa experiencia y no otra. Las escuchas que vinieron después, vinieron únicamente a reafirmar la seguridad con la que relato estas líneas.
Abro mi reproductor una vez más y me apoyo en el respaldo de mi asiento con los ojos cerrados, como disfrutando por anticipado de lo que sé que viene, con cierta dificultad para mantenerme neutra.
El disco inicia con The Rhythm of Freedom (primer single liberado además y que cuenta con un lyric video) y se siente como una oleada de energía que entrará sin permiso por tus oídos y se meterá en tu cerebro. Te sugiero sentarte; puede que te dé una especie de bofetada. El tema dura poco más de 7 minutos y en ellos, la banda aprovecha de impregnar absolutamente cada uno de los elementos propios de su sonido y no se guarda nada. Desde riffs, el trabajo con orquesta, las voces de casi todos sus vocalistas y la energía necesaria para dar el puntapié a un material muy prometedor. Suena como una advertencia, como si quisieran decirte “acá estamos, y esto sólo puede ponerse mejor”.
Una de las cosas interesantes, es que apenas oyes los primeros acordes de cada track, no te cabe duda de que estás escuchando a MaYaN. La banda ha logrado consolidar un sonido absolutamente propio e inconfundible y sabe cómo lograr la mezcla de piezas que encajan de manera perfecta en un puzzle de genialidad. En Tornado of Thoughts se aprecia mucho de esta composición exquisita que permite que en un tema corto, se luzcan todos los talentos que componen la esencia de la agrupación, sin saturar ni agotar al oyente. En especial, se destaca la voz penetrante de Marcela Bovio (que desde hace un tiempo fuere anunciada como integrante oficial del line-up), quien se ha impuesto como una de las mejores adiciones que han pasado por la banda. En ella, desarrolla una faceta muy distinta a todos sus trabajos previos, con una voz madura que lleva al pitch de su capacidad, y su sello en este track es evidente.
Lo siguiente es Saints Don’t Die que sigue la línea de sus predecesoras y que junto con el lanzamiento del disco el día de hoy, también estrena su videoclip, consolidándose como el tercer single. Comienza con la voz limpia de su otra vocalista femenina, la italiana Laura Macrí, quien ha destacado en su trabajo desde los inicios de MaYaN por su impecable estilo operático que ha logrado transmitir además, desde el primer álbum, en su idioma natal. La voz que le secunda con un rol protagonista es la del inconfundible Henning Basse, quien también ha permanecido desde los inicios de la banda como la voz (limpia) masculina oficial.
Será interesante ver cómo se desarrollan sus partes en vivo, luego del anuncio de su salida temporal de la agrupación debido a múltiples compromisos laborales. Ya en un número importante de conciertos anteriores fue cubierto por un entonces desconocido Adam Denlinger, quien sin duda fue una sorpresa para los oyentes y fans debido a similitud de su timbre de voz y a la energía, talento y simpatía que entrega con humildad y carisma en cada show, ganándose un merecido espacio en la conformación oficial. De cualquier manera, Saints Don’t Die es un tema excepcional y poderoso, donde cada uno aportó su grano para hacerlo sonar heavy y “catchy”. No adelantaré detalles del video, prefiero que lo aprecies por ti mismo y puede que mis palabras te hagan sentido.
Lo siguiente es el track homónimo y quizás la novedad del álbum, Dhyana, y que cuenta con múltiples elementos de interés, partiendo por el curioso hecho de que es una balada. Ya en los discos anteriores también hubo baladas (interpretadas siempre por Laura Macrí), pero nunca con un rol protagónico. En este track las voces de Laura y Marcela se funden de una manera única que es sencillamente sutil. Dhyana, que fue el segundo single liberado, está escrito en 3 idiomas: español, italiano e inglés y además cuenta con su propio video.
Para los oyentes que se encontraron con este tema por primera vez – y sobre todo si fue el primero que escucharon -, la sorpresa fue grande; la gran mayoría demostró aceptación y se dejó conquistar por la suave melodía de la guitarra acústica y el cello. Otros más resistentes al cambio, no estaban tan convencidos de esta apuesta y esperaban algo más del típico sonido heavy. Sin embargo, cuando escuchas el álbum en el orden correcto, Dhyana simplemente te hace sentido. Al fin y al cabo, MaYaN siempre ha tenido un fuerte contenido espiritual en sus letras y su composición, y Dhyana no podría estar más cerca de la espiritualidad. En lo personal, juntar el track con su video además, lo hace para mí, mi pieza favorita del álbum.
Rebirth of Dispair juega con la mezcla de guturales ejecutados por Mark Jansen y George Oosthoek, que se combinan una vez más con la voz de Macerla y un fuerte componente orquestal, que sin duda da un buen resultado. Un resultado preciso de hecho, que me hace agradecer el esfuerzo de la banda por jugársela al máximo con su campaña para cumplir este sueño de la orquesta en vivo; sin duda un elemento indispensable en la construcción del álbum. El tema cierra además con la adición de voces de Henning y Laura, por lo que casi sin darse uno cuenta, MaYaN pone a tus pies a sus 5 vocalistas a la vez, y la combinación es excelente. De imaginar la ejecución en vivo, me da un poco de escalofríos.
Los siguientes tres tracks, vienen a demostrarnos nuevamente que este disco se la jugó por una mayor participación de sus voces femeninas, que a diferencia de las entregas anteriores, tienen un rol mucho más protagónico que de soporte o de “coristas”, a pesar de que las voces masculinas les doblan en cantidad.
En The Power Process, -y puede que sea una impresión más bien personal o una asociación que simplemente hace mi oído-, la ejecución de Marcela me recuerda a las colaboraciones que hizo Floor Jansen en el primer álbum, donde su rol está asociado mucho más a la potencia del belting y el scream, que contrarresta con la profundidad del canto lírico de Laura, llegando a notas poderosas, muy difíciles y dignas de admiración. En vivo y de manera excepcional con MaYaN, Marcela se ha atrevido incluso con guturales, que si bien no apreciaremos en la versión de estudio del álbum, sin duda alguna volverán a sorprendernos en los shows venideros.
En The Illusory Self y Satori por su parte, Laura emplea su voz con una calidad única que te eriza la piel. Siempre es un placer verla en vivo además, y a pesar de que siempre ha declarado que el metal llegó como una casualidad a su vida y que su carrera profesional está dirigida a un estilo bastante alejado de este género, en MaYaN demuestra algo totalmente distinto. Hay piezas que simplemente no podrían encajar sin ella; es absolutamente necesaria e imprescindible. Por supuesto que el equilibrio en los tracks se genera de manera automática cuando estas voces se fusionan con las voces masculinas de la banda, pero es imposible ignorar el papel fundamental que ambas intérpretes han tenido para lograr este sonido único.
Cuando tuve la oportunidad de escuchar el álbum por primera vez, estaba sentada con un grupo de gente totalmente desconocida. Escuchar música es, en general, un proceso tan personal para mí, que en un principio sentí un poco de pudor de revelar mis emociones tan abiertamente al correr del disco. Sin embargo, en poco tiempo me fui dejando llevar por la franqueza del contexto y me di cuenta que todos los presentes compartíamos un lenguaje no verbal pero universal, que no distinguía idiomas pero nos unía en un mismo fin, absolutamente cómplices. A veces cerrábamos los ojos, movíamos los pies, mirábamos el folleto, meneábamos la cabeza.
Pero en temas como Maya – The Veil of Delusion y The Flamming Rage of God, llegábamos a ese peak donde por fin nos mirábamos unos con otros y simplemente asentíamos, en un gesto de aceptación y conformidad. Y es que son de esos temas donde la energía es tal, que no te deja con opción de pedir más. Son temas “redondos” que en ya en solitario funcionarían, pero que en la composición completa del álbum simplemente cuajan, y cuajan bien. No hay mucho que decir, en el sentido más positivo de la palabra.
Set Me Free es la pieza final de Dhyana y viene a coronar un trabajo excepcional de parte de los holandeses. Este álbum no dejó elementos azarosos, es compacto, es preciso, mantiene la esencia de la banda pero no es “más de lo mismo”. Si bien no es un disco particularmente temático, los títulos de varios tracks y del disco mismo, dejan en claro que la línea espiritual es lo que guía esta entrega. Pero no una espiritualidad religiosa precisamente, sino que desde el emplazamiento al ser humano por encontrar y explotar al máximo su energía interior, alcanzar niveles altos de conciencia, y de alguna manera, hacernos cargo de nuestro propio despertar y auto liberación frente a un mundo que estalla cada vez en más pedazos.
Filosófico o no, el mensaje es claro. Si estos tópicos te hacen sentido, este disco es tuyo, si no, te aseguro que por lo bajo, te conquistará su tremendo sonido y composición. Es muy probable que te suene de alguna manera similar a lo que ha compuesto Epica, en una entrevista que tuvimos con Mark Jansen sobre el disco (pronta a liberarse), comprenderás por qué.
Cuando te encuentras con una banda compuesta por más de 10 talentosos integrantes, sólo puedes esperar dos cosas: una bomba atómica que arrasa y deja pequeñas todas tus expectativas de lo que ya te imaginabas que se veía bueno, o una simple serie de talentos sueltos que brillan solos, pero que juntos no convencen ni sorprenden. Dhyana es un digno ejemplo de lo primero. Y es en este momento además donde hago un mea culpa por mi review.
Hasta ahora me he limitado a detallar lo sorprendente que ha sido para mí la ejecución de cada vocalista de la banda, pero es absolutamente imposible no alabar la performance increíble que todos los músicos desarrollan en el álbum. Cada uno/a fue escogido/a por algo, y ese “algo” aflora tanto en el disco de estudio como en cada show en vivo. Es el carisma, es el talento, es la entrega y este mix perfecto que logra que 13 integrantes hagan mucho más que “llenar un escenario”. Por supuesto que esto es complejo a la hora de tocar, y ha llevado a la banda a ingeniárselas en más de una ocasión para suplir la ausencia de alguno de sus integrantes, hasta ahora de manera exitosa. Afortunadamente no los ha limitado a la hora de seguir creciendo como banda y dar todo por llegar a la mayor cantidad de lugares posibles.
En conclusión, el disco es excepcional, suena poderoso, suena épico. Pero no un épico artificial, construido a base de pegotear elementos sinfónicos y unos cuantos coros forzosos por aquí y por allá. Suena a un material que fue bien pensado, creado y construido, de manera meticulosa y detallista. Suena a dedicación y pasión por el trabajo. A ese tipo de épico me refiero.
Hace 3 meses, cuando escuché el disco por primera vez con un grupo de gente desconocida en el Sandlane Studios, nos salimos de nuestra dinámica de lenguaje no verbal después de 1 hora con 4 minutos y 48 segundos, sólo para preguntar todos al unísono:
¿Dónde está el botón de replay?
Calificación: 10 de 10.
MaYaN es:
Mark Jansen, George Oosthoek | grunts
Adam Denlinger / Henning Basse | voces limpias masculinas
Laura Macrì, Marcela Bovio | voces limpias femeninas
Jack Driessen | teclados
Frank Schiphorst, Merel Bechtold, Arjan Rijnen, Jord Otto | guitarras
Roel Käller | Bajo
Ariën van Weesenbeek | batería
Revisa aquí los videos de Dhyana y Saints Don’t Die
Review por Mónica C. Bórquez.